México Poder Autónomo

jueves, 1 de febrero de 2007

El modelo fecal

29 de enero de 2007

El modelo Calderón

Carlos Fazio

Con una diplomacia de "mercado", oportunista y sin principios, y un
discurso y prácticas políticas de corte ultraconservador propios de la
guerra fría, Felipe Calderón y el Partido Acción Nacional se aprestan a ser
más funcionales a Estados Unidos en su proyecto de reconquista en América
Latina.

En Davos, Suiza, al más puro estilo foxista, Calderón alabó al "libre
mercado" y criticó las expropiaciones, las nacionalizaciones y las
"dictaduras personales vitalicias". En México, Manuel Espino, un
anticomunista cerril que preside al PAN y a la Organización Demócrata
Cristiana de América (ODCA), anunció que la derecha "va por todo" en
Latinoamérica, con la mira puesta en tres objetivos principales: Cuba,
Bolivia y Venezuela; los mismos que figuran en la agenda subregional de
Washington.

Lo paradójico, en la coyuntura, es la guerra fratricida entre las
"familias" y las facciones panistas. La encarnizada disputa por el poder y
la hegemonía del modelo de extrema derecha que encarnan Calderón y Acción
Nacional en la actualidad, reapareció en los últimos días a través del
enfrentamiento entre gobiernistas y foxistas. Ciertamente, la ultraderecha
no es unívoca; hay variaciones dentro de un mismo credo. Pero en rigor se
trata de una pelea entre matices de una misma expresión política y
económica que abraza la ideología neoliberal, impulsa el capitalismo
salvaje y sirve de manera subordinada a los intereses geopolíticos de
Estados Unidos y sus intentos restauradores en el hemisferio.

En marzo de 2005, cuando Espino se hizo de la presidencia del PAN, Juan
Ignacio Zavala, integrante de una "familia" panista de prosapia y hermano
de Margarita Zavala, actual primera dama de México, dijo que era el triunfo
de "la derecha radical (llámesele ultra, Yunque o lo que sea)". Y definió a
Espino como un "cruzado". Eran los días en que Tatiana Clouthier renunciaba
al partido diciendo que Acción Nacional "era una mala copia del PRI".

Ya existían nexos entre gobernadores y dirigentes panistas con las mafias
del crimen organizado (verbigracia el ex senador Diego Fernández de
Cevallos y el ex gobernador de Morelos, Sergio Estrada Cajigal), pero
todavía no irrumpían el canibalismo político, los usos y abuso del poder y
los asesinatos interpares.

De la mano del entonces presidente Vicente Fox y su esposa Marta Sahagún,
la victoria de Espino en el PAN significó la entronización y consolidación
de la extrema derecha sectaria, facciosa y dogmática en las estructuras de
poder estatal y partidario. La irrupción, en posiciones de mando, de
aquella derecha que en los años sesenta y setenta había anidado en los
círculos ultraconservadores semisecretos del Movimiento Universitario de
Renovadora Orientación (MURO), de El Yunque y otras expresiones vernáculas
del neofascismo militante. Fue, el suyo, el triunfo de la derecha dentro de
la derecha. La victoria de los "duros", del neopanismo encarnado por los
"bárbaros del norte" de claro acento anticomunista empresarial, que apoyara
a mediados de los años ochenta el embajador John Gavin desde la misión
diplomática de Estados Unidos en la Ciudad de México.

El iluminado Espino y su "humanismo centro-reformista cristiano" de
fachada, expresa una nueva forma de fundamentalismo político-religioso,
donde la acción política se concibe como una misión salvadora y
purificadora. Su "matiz", que como en tiempos de la campaña electoral
intentará recuperar y capitalizar ahora con fines de dominio hegemónico el
presidente Calderón, estuvo dado por un beligerante integrismo de cruzada
contra el "populismo radical" ­según la expresión acuñada por el ex jefe
del Comando Sur del ejército de Estados Unidos, general James Hill­,
representado en México por Andrés Manuel López Obrador, a quien, siguiendo
el libreto ideológico de Washington, Espino, su jefe Fox y el candidato
Calderón, asimilaron con fines de propaganda al presidente de Venezuela,
Hugo Chávez ­tildado de "dictador", "mesiánico" y "demagogo"­, con el
objeto de arrancar un voto de odio y de miedo en los comicios de julio de
2006.

Poco tiempo le duró al presidente Calderón su "vocación" latinoamericanista
y sus amagues retóricos de revertir la animadversión bilateral generada por
la majaderías de Fox con los gobiernos de Cuba, Venezuela, Bolivia y
Argentina, de la mano del aventurero anticastrista Jorge El Nene Castañeda
y su sucesor en la cancillería, Ernesto Derbez.

Las supuestas señales en pro de un "acercamiento", enviadas a Cuba y
Venezuela por la actual secretaria de Relaciones Exteriores, Patricia
Espinosa, si acaso existieron, son parte de un doble juego exhibido sin
rubor por Manuel Espino, quien acaba de declarar que las cruzadas del PAN y
la ODCA para llevar la "democracia" a esos países, está en total sintonía
con la diplomacia de Calderón. Y tiene razón el mesiánico Espino: la
política exterior de México está atada y bien atada a la Alianza para la
Seguridad y la Prosperidad de América del Norte (ASPAN), uno de los
instrumentos de Washington para subordinar a Calderón a los afanes
geoestratégicos, los intereses y la seguridad nacional de Estados Unidos.

Como declaró el mercenario de origen cubano Marcelino Miyares, invasor de
Bahía de Cochinos en 1961 y vicepresidente de la ODCA, Calderón es "el
modelo a seguir" para la derecha latinoamericana. La propuesta de la ODCA
para infundir los valores de la "cultura occidental y cristiana" y combatir
el "comunismo" de Fidel Castro y Hugo Chávez en la región, reproduce los
lineamientos de la Comisión de Ayuda a una Cuba Libre que impulsa la
secretaria de Estado estadunidense, Condoleezza Rice, con apoyo de la
industria de la contrarrevolución con sede en Miami.

En el marco de la doctrina de guerra preventiva de la administración de
Bush, un anexo secreto del último informe de la comisión, con evidentes
propósitos militares, está dirigido a acelerar la desestabilización de Cuba
en el marco de la convalecencia del presidente Castro. En ese contexto,
todo indica que Calderón, Fox y Espino seguirán haciendo el trabajo sucio a
Washington.

C E N C O A L T
Centro de Comunicación Alternativa
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